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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Fosas y mordidas

Portada del informe sobre los 14 años de actividad de la Asociación
para la Recuperación de la Memoria Histórica
  
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 30 de octubre de 2014

A Mariano Rajoy lo han pillado cazando elefantes. «Pido perdón en nombre del PP a todos los españoles por haber situado en puestos de responsabilidad a quienes en apariencia han abusado de ellos», dijo el martes en el Senado, emulando al Rey Juan Carlos tras su accidentado viaje a Botswana.

Pero pedir perdón no basta. La pocilga huele demasiado. Y tampoco soluciona nada un pacto como el que el PP y el PSOE se disponían a firmar antes de las últimas detenciones. A ninguno de los dos grandes partidos que se han alternado en el poder desde hace 40 años les ha interesado atajar la corrupción. No han dotado de medios a los jueces. No han destinado suficientes policías ni inspectores para investigar los delitos económicos de los grandes defraudadores, los sobornos y las comisiones ilegales. Y en lugar de fiscales independientes, han usado al Ministerio Público como correa de transmisión de sus intereses.

Si es verdad que quieren luchar contra la podredumbre deberían empezar por apoyar a los jueces y crear unidades policiales bien equipadas. Deberían seguir por la escuela. Hace falta una buena educación cívica para cambiar la mentalidad de un país donde el clientelismo ha colocado a demasiados mediocres «en puestos de responsabilidad». No somos eficaces. Y la corrupción genera pobreza.

Y no debería faltar una reforma profunda del sistema; limitación de mandatos, listas abiertas, mecanismos de control en manos de los ciudadanos y un cambio en los procedimientos de enjuiciamiento criminal. «La ley está pensada para el robagallinas y no para el gran defraudador», decía hace unos días el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, en otra frase antológica.

Alguno se preguntará dónde empezó todo. Dónde está el pecado original para que hasta el Rey pida disculpas. Yo les dejo aquí mi opinión por mucho que me duela; nuestra democracia nació con la semilla de la impunidad. De un país que tiene a más de cien mil muertos en cunetas y una Ley de Amnistía que dejó sin juzgar «los delitos cometidos por funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas» no se puede esperar otra cosa. Fosas y mordidas. ¿A qué les recuerda?

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