Buscar este blog

miércoles, 9 de abril de 2014

Tramperos


Robert Redford en 'Las aventuras de Jeremiah Johnson', la película de
Sidney Pollack que adapta la novela de Vardis Fisher, 'El trampero'


CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 10 de abril de 2014

Para Antonio Pereira

El viejo Jim Bridger, que fue trampero y explorador en las Montañas Rocosas, solía contar buenas historias. Bridger se convirtió en el primer hombre blanco en navegar por el Gran Lago Salado —aunque hay quien dice que el honor le corresponde a Étienne Provost—, abrió nuevas rutas hacia Oregón y Montana, y sirvió de guía militar durante la Guerra de Nube Roja.

Old Gabe, así le apodaban, también fue un excelente contador de cuentos inspirados en sus viajes. Son famosos sus relatos sobre los géiseres de Yellowstone y sobre un bosque petrificado, donde había pájaros petrificados que cantaban canciones petrificadas.

Puro surrealismo.


Jim Bridger (1804-1881)

Pero su cuento favorito, con el que desplegaba sus mejores dotes de orador y con el que se divertía embobando a los incautos, es otro. Bridger decía que en una ocasión, una banda de cien guerreros cheyenes dio con su rastro, y aunque puso tierra de por medio, los indios lo persiguieron hasta acorralarle al final de un cañón rocoso.

No había escapatoria.

Y cien guerreros cheyenes son muchos guerreros para hacerles frente, por mucho que uno sea un pionero del Oeste con siete vidas en las alforjas.

Cuentan que Bridger, viejo zorro, siempre se quedaba en silencio cuando llegaba a este punto de la narración. Los que le escuchaban esperaban expectantes. Miraban su cabellera intacta. Los pájaros azules que anidaban en su cabeza. Y aguardaban. «¿Qué pasó entonces, señor Bridger?», preguntaban finalmente. Y en lugar de responder «me mataron» (they killed me), Bridger dejaba a todos a cuadros cuando decía «me pusieron una falda escocesa» (they kilt me).

Bridger en un sello de los Estados Unidos


(Moraleja: No se crean todo lo que escuchan. Ni lo que lean. Y desconfíen del televisor. Yo lo apago cada vez que algún prestidigitador con menos talento que Bridger para contar historias asegura que España está saliendo de la crisis. Quizá sea cierto que tengamos más riqueza. Pero no hay duda de que está peor repartida. Y el que le cuente lo contrario, querido lector, es un trampero de otro tipo, y sólo pretende dejarle a usted sin ropa interior).

No hay comentarios:

Publicar un comentario