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domingo, 29 de septiembre de 2013

Ídolos

 
"El Papa del pueblo", titula Time en su portada de Francisco I.
Y le ponía unos cuernos de diablo.
 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 26 de septiembre de 2013
 
Andan en Villablino cortando la carretera para que no pase el carbón importado y me viene a la cabeza la frase de nuestro Papa obrero, Francisco I, que además de resucitar la Teología de la Liberación, tan denostada por sus antecesores, está consiguiendo que muchos ateos echen de menos el catolicismo; "Los ídolos del dinero nos roban la dignidad", ha dicho.
 
En Laciana no la han perdido y por eso cortan la carretera. Es un movimiento espontáneo, sin líderes claros, y convocado a través de las redes sociales y los mensajes de telefonía móvil. Otro ejemplo, como lo fueron el 15-M o el 25-S, de que nuestros representantes políticos y sindicales han perdido el pulso de la calle. Ya no representan a nadie.
 
"El actual sistema económico nos está llevando a la tragedia", dice Francisco I, ciudadano Bergoglio, un Papa que ha renunciado a los zapatos de terciopelo rojo y a los lujos del Vaticano. Y en Villablino, con la gente en la calle, y los mineros en casa, y las minas cerradas, y el carbón que viene del puerto atravesando la localidad para que lo quemen en las centrales térmicas del Bierzo, tenemos un ejemplo cercano de esa tragedia global de la que nos habla Bergoglio.
 
Los zapatos rojos de Benedicto. Los zapatos negros de Francisco.
Del blog www.lainfinitaespiral.blogspot.com
 
En Villablino y en Fabero. Y en Torre del Bierzo. Y los cortes de carretera de estos días demuestran que todavía hay gente que no se ha resignado. Gente que no ha perdido la dignidad y cuando un camión cargado con mineral de un cielo abierto de Sudáfrica o de una mina subterránea de China -donde resulta más barata la extracción y el transoporte en barco, entre otras razones porque allí los trabajadores cobran menos y no se invierte el mismo dinero en mejorar las condiciones de seguridad- se acuerdan de todo el carbón nacional que permanece almancenado, a la espera de que el sistema lo acepte, de los tajos que han cerradao en los últimos meses, y del embudo en el que están metidas las cuencas mineras. Y se echan a la calle. Sin consignas. Sin siglas detrás.
 
Alguien dirá que no va a servir de nada. Que no van a cambiar las cosas. Que el sistema seguirá siendo un depredador. Pero más telarañas había en las entrañas del Vaticano. Y ahora tenemos un Papa rojo.

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