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viernes, 19 de abril de 2013

Nazis


Viñeta de VERGARA

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 18 de abril de 2013

Ayer me encontré con dos nazis. Caminaban tranquilamente por la calle, de la mano. Y se pararon a saludarme. Él lleva veinticuatro meses en el paro, nadie quiere contratarle porque ha cumplido los 50 años, y ya no tiene ningún ingreso. Ella limpia oficinas sin contrato. Lo poco que cobra lo ingresa en negro. Y los han dejado en la calle.

Venían de participar en un escrache. Se habían apostado junto a un nutrido grupo de nazis como ellos frente a la casa de un diputado; un pobre desgraciado elegido democráticamente, que nunca ha roto la disciplina de voto, que apenas interviene en el Congreso, y al que querían señalar públicamente porque pertenece al partido en el Gobierno -ese que defiende su derecho a evitar que los bancos quiebren- y no hay forma de quejarse delante de un Parlamento blindado por agentes antidisturbios.

Me contaron que a los diez minutos del escrache, a trescientos metros de la casa del diputado, la policía comenzó a identificarles. Y ellos, como son dos nazis convencidos y temían que les multaran con mil quinientos euros, se negaron a mostrar su documentación.

Al final, se los llevaron a Comisaría y los acusaron de un delito de desobediencia a la autoridad. Después los dejaron irse. Y de la Comisaría venían cuando se encontraron conmigo.

Ahora están esperando la citación del juzgado. El banco los desalojó hace quince días, envió a dos policías y un cerrajero -los bomberos se negaron- cuando los miembros de la plataforma nazi contra los desahucios que les ofrecía cobertura ya se habían marchado, y tuvieron que sacarles de la vivienda a la fuerza.

Me dijeron que el banco no quiere aceptar la dación en pago. Y como se quedaron sin casa, se han ido a vivir con los suegros. Pero los suegros son muy mayores, viven de una pensión escasa en un apartamento pequeño y los roces son constantes.

Al menos no tienen hijos. Nunca se atrevieron a tenerlos.

Cuando me despedí de ellos no levantaron el brazo. Tampoco levantaron el puño. Sólo me estrecharon la mano. Se fueron caminando tranquilamente por la calle, a casa de los suegros. Y cenaron perdices.

2 comentarios:

  1. Gracias por compartirlo, Carlos. Ayer lo intenté desde el Diario on line y me encontré con que era de pago...(Jorge Álvarez)

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    1. Gracias a ti, Jorge. Aquí los seguiré publicando, al día siguiente de que salgan en el periódico.

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