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viernes, 1 de febrero de 2013

El carbón y las estrellas

Una fábrica de astros. Desconozco el autor del dibujo de estos dientes de león

 
CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 8 de noviembre de 2012
 
El carbón se ha muerto. La mina está enterrada. El minero es cosa del pasado.
 
Repitámoslo todos. El carbón es un cadáver. La mina, una tumba. El minero, un recuerdo.
 
Otra vez. El carbón no ha resistido al invierno. El invierno es esta crisis, claro. La mina es una mortaja. El minero, un eco que se apaga.
 
Tenemos que mentalizarnos de que el carbón se ha ido, o de que sigue ahí, pero nadie estará interesado en sacarlo de la mina durante los próximos años.
 
Tenemos que hacernos a la idea de que el invierno ha llegado. Y el invierno es este sistema de mercado. El invierno es la globalización, que nos baja los sueldos y no consigue elevar el nivel de vida del resto del mundo, las servidumbres del euro, el déficit, este Gobierno que tenemos, que rescata autopistas y sostiene bancos mal gestionados, pero hunde sectores que sostienen buena parte de la economía de toda una provincia como la de León.
 
No debemos engañarnos. Hace tiempo que el frío del invierno nos está calando.
Y no será carbón lo que nos caliente, claro. El carbón nos ha abrigado durante cien años, pero ahora está muerto, muerto y enterrado, repito, borrado del mapa energético, olvidado, y no sirve de nada lamentarse más.
 
Nos haremos viejos. Nos convertiremos en jubilados, en parados de larga duración, en pobres de bolsillo y de corazón si no despertamos.
 
Y despertar es dejar de esperar un milagro. El carbón limpio, la captura del CO2, el almacenamiento geológico, la investigación, nada de eso estará listo a tiempo de salvarnos. Nunca fue su función. ¿Por qué iba a serlo ahora?
 
Así que hay que pensar en otra cosa. Moverse. Crear. Reciclarse. Adelantarse. Innovar. Sacudirse complejos. Ser más ambiciosos. Y aprovechar mejor, mucho mejor, todo lo bueno que tenemos.
 
Las estrellas para quien las trabaja, dice a menudo Juan Carlos Mestre. Y no hace falta ser poeta para darse cuenta de que el cielo no se toca desde la boca de una mina cerrada.
 
 

Grabado de Juan Carlos Mestre

 

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