Buscar este blog

jueves, 26 de enero de 2012

Palos de ciego

Fotografía de EDWARD S. CURTIS.

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Jueves 26 de enero de 2012

Nos auguran dos años de recesión. Dos años terribles por delante. Y pienso en Vitro Cristalglass y en LM Windpower y en todos los trabajadores de todas las empresas de la provincia que lo están pasando mal. Me pregunto si aguantarán dos años más de vacas flacas.

Leo una entrevista con Ángela Merkel. Opina sobre el desempleo en España. Piensa que tenemos una legislación equivocada y lo advierte sin paños calientes. Otra vez la canciller alemana nos dice lo que tenemos que hacer. Y así nos va.

El Fondo Monetario Internacional también nos advierte. Nos dice que una recesión impedirá rebajar el déficit. Y me pregunto qué sentido tienen entonces los recortes. Porque si la prioridad era el empleo, el Gobierno va a conseguir todo lo contrario. Una recaída en toda regla. Un hundimiento del consumo. Un bajón en el Producto Interior Bruto. Un crecimiento de la desconfianza. Un descenso brutal de la demanda.

Bill Clinton. Caricatura de DAVID LEVINE
 
 
«La economía, estúpido», fue el eslogan de Bill Clinton cuando desalojó de la Casa Blanca a George Bush padre en 1992. La frase se hizo famosa y muchos analistas consideran que ayudó a darle un vuelco a las encuestas en un momento en que Bush alcanzaba sus cotas más altas de popularidad tras ganar la Guerra Fría y la Guerra del Golfo. Veinte años después, empiezo a creer que nuestras instituciones económicas nos están tomado a todos por estúpidos y no saben en realidad a dónde nos llevan.

Y me viene a la cabeza una parábola que escuché en el programa Asuntos propios de Radio Nacional. Toni Garrido contaba la historia de un chamán indio que en lugar de invocar a los espíritus, llamaba al servicio meteorológico a escondidas para saber si el invierno iba a ser frío. Cada vez que lo hacía, las previsiones eran peores y el chamán, alarmado, comenzó a pedir a los miembros de su tribu que recogieran toda la leña que pudieran. Hasta que después de cuatro o cinco llamadas más, y cuando el meteorólogo le auguró el invierno más frío de la historia, se atrevió a preguntarle en qué basaba sus previsiones. Y el experto le respondió que los indios no estaban dejando un palo en el bosque.

No hay comentarios:

Publicar un comentario