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viernes, 21 de enero de 2011

Consumidos

Colas para conseguir alimentos en la América de la Gran Depresión.
La fotografía de MARGARET BOURKE-WHITE es otro icono del siglo XX.

CUARTO CRECIENTE
Diario de León. Martes 18 de enero de 2011

La Sierra de La Escrita es una montaña rebelde. No se deja domesticar por el cemento. Repudia los anclajes. Y está por ver si las inyecciones de hormigón armado sirven para calmar su naturaleza inestable. La montaña no se mueve, dicen en la Subdelegación del Gobierno. Está conectada a un ordenador que detecta cualquier bostezo. Y los sensores no han detectado ningún movimiento.
 
Los vecinos de Trabadelo, sin embargo, no creen que la sierra esté dormida y han visto como una escollera se venía abajo en los últimos días debido a las corrientes de agua. Y aunque el desplome no ha cortado el tráfico en ningún momento y ha sido un asunto menor comparado con el derrumbamiento que sufrió el mismo talud de la A-6 hace dos años, nos sigue demostrando que la montaña será difícil de dominar y que la mayor obra de ingeniería proyectada en el Bierzo no deja de ser un gigante con pies de barro.
 
Me recuerda a nuestra economía. Un sistema como el nuestro, que se apoya en la burbuja del consumo artificial, acabará por derrumbarse en algún momento. Vivimos en un mundo cimentado sobre el beneficio económico, donde las multinacionales imponen su escala de valores. Ganar dinero -y hacerlo produciendo bienes cada vez más perecederos- condiciona todo lo demás; el medio ambiente, los recursos naturales, la dignidad del trabajo, el precio justo de las cosas. Y la agenda de los gobiernos. ¿Y de dónde vienen estos lodos?

Einsenhower en Baltimore, septiembre de 1952, durante la campaña electoral que le llevó a la Casa Blanca.
 Foto de la Dwight D. Einsenhower Library
(Gobierno federal de los Estados Unidos)

«El propósito último de la economía americana debe ser producir más bienes de consumo», decía en los años de posguerra el presidente de los Estados Unidos Dwight D. Eisenhower. No hablaba de reducir las desigualdades, ni de mejorar la educación o la sanidad, sino de abastecer al consumidor, siguiendo la estela de analistas como Víctor Lebow, que en 1955 pronunció una frase que aún nos hace temblar, según recuerda la experta en desarrollo sostenible Annie Leonard en La historia de las cosas. «Nuestra economía, enormemente productiva, exige que hagamos del consumo nuestro estilo de vida, que convirtamos el comprar y utilizar bienes en auténticos rituales, que busquemos nuestra satisfacción espiritual, la satisfacción del ego, en el consumir... necesitamos que se consuman cosas, se quemen, se sustituyan, y se tiren, todo ello a un ritmo cada vez más rápido», afirmó Lebow. Y nos metió a todos en un lodazal.



LA HISTORIA DE LAS COSAS.
 Vídeo didáctico de la activista ANNIE LEONARD

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